Edulcorantes y microbiota intestinal
Sabemos, que todo lo que comemos, repercute de una manera u otra en nuestra microbiota intestinal, a la población de bacterias, hongos y virus que viven en nuestro intestino, así como, su ecosistema.
Si abusamos mucho de un tipo de alimento, esta microbiota va a perder variabilidad de especias para augmentar la población de las bacterias que se benefician de ese tipo de alimento ya que las estamos potenciando.
De alguna manera, nos podríamos preguntar ¿a qué bacterias estamos alimentando cada vez que comemos? Será muy diferente la flora que vamos a potenciar si tenemos una dieta rica en fibra, prebióticos y probióticos (1) a una dieta rica en hidratos de carbono y azúcares.
Microbiota intestinal y salud
Esta microbiota que vamos modificando, tiene además un papel fundamental en la salud humana y cada vez hay más interés en seguir potenciando la nutrición y dietética como herramienta para potenciar una microbiota protectora frente a varias patologías o tratar directamente las enfermedades o sus síntomas. Pero a su vez, no sólo puede ser una herramienta curativa o preventiva, sino que también puede ser lo contrario y llevarnos a una disbiosis, a una mala absorción de nutrientes, a una inflación, permeabilidad intestinal o modular la respuesta inmune entre otros.(2,3)
La creación del edulcorante
Des de hace unos años que la industria alimentaria creó los edulcorantes artificiales como una opción endulzante y menos calórica que los azúcares. Da el sabor dulce en bebidas y alimentos pero sin el uso del azúcar clásico. Pero tal y cómo hemos comentado, todo lo que comemos, repercute de una manera u otra en nuestra microbiota intestinal, también los edulcorantes artificiales repercuten en la microbiota intestinal.
Estudios sobre edulcorantes artificiales y microbiota intestinal
Investigaciones recientes están demostrando que el consumo de edulcorantes puede afectar negativamente a la microbiota y no sólo eso, si no que parece que puede llegar a conducirnos a desarrollar una intolerancia a la glucosaa través de esta modificación de la microbiota (4) y esto seria una situación a evitar en todos los casos y especialmente en vasos de diabetes, obesidad y sobrepeso.
Otros estudios demuestran que no parece haber relación entre el consumo de aspartamo y sucralosa en la población microbiana intestinal y la producción de Ácidos Grasos de Cadena corta o SCFA (5).
Si bien es cierto, este estudio se realizó en una muestra de población pequeña (17 participantes) con un índice de masa corporal normal y un consumo del 14% de la dosis máxima recomendada de aspartamo y 20% de la dosis máxima recomendada de sucralosa durante dos tandas de 14 días separadas estas tandas por 4 semanas.
Quizás, si el estudio hubiera sido con la dosis máxima recomendada de cualquiera de los dos edulcorantes, con una población mayor, con un mayor periodo de días de consumo, o hasta comparar grupos de IMC normal con grupos de IMC elevado, hubieran encontrado diferencias significativas.
Hasta el momento se acepta que hay controversia y que la diferencia de resultados en los diferentes estudios se debe a los diferentes protocolos utilizados (6)
Edulcorantes, fertilidad y búsqueda del embarazo
Aún no hay estudios suficientes ni la organización mundial de la salud se ha pronunciado al respecto, pero, como hemos visto en otros artículos, la necesidad de azúcar del cuerpo humano es zero. O sea, que el azúcar, no nos aporta ningún nutriente necesario.
Si el azucar no nos aporta ningún nutriente, es más la costmbre de endulzar los alimentos que en los últimos años se ha vuelto tan de moda. Sin embargo, como también se conoce, los índices de fertilidad van a la baja a nivel mundial. ¿Será que deberíamos volver a una dieta sin aditivos y más natural? En cualquier caso, azúcar y fertilidad no és una buena relación, y tampoco lo és una microbiota intestinal alterada con la fertilidad, y por lo tanto, si los edulcorantes no nos favorecen una microbiota sana, tampoco nos van a potenciar una fertilidad óptima.
De todas maneras, siempre se debe hacer una aproximación personalizada para crear una estrategia personalizada conociendo los hábitos y características de la persona consumidora de un determinado producto. De igual manera, el principio de prudencia nos invita a minimizar y hacer un consumo responsable de los edulcorantes y, evidentemente, seguir investigando.
Edulcorantes artificiales durante el embarazo
Otro punto de controversia de los edulcorantes es su consumo durante el embarazo y la lactancia y respecto al consumo de edulcorantes y embarazo si disponemos de datos.
Primeramente, debemos tener en cuenta que el embarazo no es un periodo caracterizado por sí por tener como objetivo bajar el peso, por lo que vale la pena un consejo nutricional específico en cada mujer. Además, diversos estudios demuestran como los edulcorantes artificiales pueden traspasar la barrera placentaria de las mujeres y tener un efecto en el metabolismo del niño a nacer (7) a raíz quizás de posibles cambios epigenéticos. (8) Aún hay controversia entre diferentes países y consejos nacionales sobre consumo sobre el consumo de ciertos edulcorantes y dosis en mujeres gestantes y lactantes.
Por otra parte, como hemos visto, los edulcorantes artificiales tienen, o pueden tener, un efecto en la microbiota de las mujeres consumidoras, y cada vez se conoce más como la microbiota de la madre tiene un papel fundamental en la salud del bebé o del lactante e incluso en su futuro peso y características de salud. En esta línea, las bacterias del filo bifidobacterium cobran un papel importante, aunque evidentemente todos los grupos son importantes.
Ecosistema mujer gestante y madres lactantes
Respecto al punto de la importancia del ecosistema de mujer gestante, madre – lactante, se deberá estudiar con más profundidad la posible relación directa y su riesgo entre edulcorantes microbiota general y en específico de bifidobacterias para aconsejar, o no, la retirada de este tipo de productos o la suplementación con probióticos a la mujer gestante o lactante que puede tener comprometida esta microbiota. (9) De esta manera, la variación de la población de bifidobacterias potenciada por la acción hormonal de la progesterona, podría ser una variable para estudiar con o sin el consumo de edulcorantes.
Otra vez, nos encontramos con el principio de prudencia, dando importancia a no exponer a nuevos productos a las personas más vulnerables indicando un consumo y plan nutricional personalizado.
Lecturas que te pueden interesar
1 Holscher, H. D. (2017). Dietary fiber and prebiotics and the gastrointestinal microbiota. Gut microbes, 8(2), 172-184.
2. Gomaa, E. Z. (2020). Human gut microbiota/microbiome in health and diseases: a review. Antonie Van Leeuwenhoek, 113(12), 2019-2040.
3 Ni, J., Wu, G. D., Albenberg, L., & Tomov, V. T. (2017). Gut microbiota and IBD: causation or correlation?. Nature reviews Gastroenterology & hepatology, 14(10), 573-584.
4 Suez, J., Korem, T., Zeevi, D., Zilberman-Schapira, G., Thaiss, C. A., Maza, O., … & Elinav, E. (2014). Artificial sweeteners induce glucose intolerance by altering the gut microbiota. Nature, 514(7521), 181-186.
5 Ahmad, S. Y., Friel, J., & Mackay, D. (2020). The effects of non-nutritive artificial sweeteners, aspartame and sucralose, on the gut microbiome in healthy adults: secondary outcomes of a randomized double-blinded crossover clinical trial. Nutrients, 12(11), 3408.
6 Ahmad, S. Y., Friel, J. K., & Mackay, D. S. (2020). Effect of sucralose and aspartame on glucose metabolism and gut hormones. Nutrition Reviews, 78(9), 725-746.
7 Cavagnari, B. M. (2019). Non-caloric sweeteners in pregnancy and lactation. Revista Espanola de Salud Publica, 93.
8 Goran, M. I., Plows, J. F., & Ventura, E. E. (2019). Effects of consuming sugars and alternative sweeteners during pregnancy on maternal and child health: evidence for a secondhand sugar effect. Proceedings of the Nutrition Society, 78(3), 262-271.
9 Nuriel-Ohayon, M., Neuman, H., Ziv, O., Belogolovski, A., Barsheshet, Y., Bloch, N., … & Koren, O. (2019). Progesterone increases Bifidobacterium relative abundance during late pregnancy. Cell reports, 27(3), 730-736.